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Entradas

Mariana, 28

Mariana de mi alma, Desde que naciste me pregunté mucho qué sería de ti. Porque esa mirada profunda que parecía venir de otros mundos y otros tiempos, ese llanto intenso y que llenaba la habitación, o esa risa llena de luz y plenitud solo me llevaban a preguntar: ¿qué hará en esta vida? y sobre todo, ¿qué tengo que hacer yo, como su madre, para acompañarla? Desde entonces siempre te he visto llegar a los linderos, ampliar los límites, llevarte a ellos o más allá de sus coordenadas. No como alguien que rompe, sino descubre; no como alguien que se precipita, sino explora. Una especie de cartógrafa del ser. Sin tibiezas ni inmovilismos. Y pienso en lo afortunada que soy de conocer más allá de mis miras miopes gracias a ti, de ser empujada más allá de mis límites por ti. Siempre. Incluso hoy. Nada de medianías contigo, nada de apatía, de pasividad. Aunque sea yo una roca angulosa y pesada, crees en mí como un canto rodado. Y pienso que tu misma búsqueda de expresión, sin límites c
Entradas recientes

Ceci, 12

Ceci de mi alma, Cuando leas esto ya tendrás 12 años. Una edad en la que las artes de la magia se convierten en empeño, esfuerzo, sabiduría forjada cada día, conciencia. Y eso te pediré hoy: un poco de magia para que me hagas estar contigo en ste momento, para que me sientas en tu corazón y en tu mente con la claridad con que me ves cada día a las seis de la mañana en la cocina, preparando todo antes de que te vayas a la escuela. Aunque, estando tan modorras, ¿podemos vernos con claridad? Mejor: con la claridad con que me ves cuando regresas de la escuela y me cuentas lo que pasó, mientras la comida termina de prepararse, y el celular suena y suena y suena con mensajes y el trabajo interminable, que tr fastidia un poco. Hay una escritora que dice que de alguna manera las mamás nunca podemos separarnos del todo de nuestras criaturas, porque hemos estado tan unidas una en la otra, desde el inicio de la vida, que es imposible. Y así como el misterio inicia, gestándose en el vientre

Fer

Fernando se fue. Como si conociera la puerta clave que une a todos los mundos; como si la trascendencia a otras formas de vida fuera algo tan simple como caminar en la playa. Como si conociera la contraseña secreta que nos es vedada, la puerta que nos es invisible. Un segundo, y él cruzó ese puente que desconocemos. Mi amigo por más de 30 años se fue. Maestro de taichi, naturista, médico alternativo, esposo de una de mis mejores amigas, padre de dos jóvenes extraordinarios que he visto crecer desde el vientre de su madre, amigo presente, hombre de pocas palabras y vastos conocimientos. Un médico que consagraba tiempo a actualizarse, leer, estudiar, investigar. Así iba uniendo conocimientos ancestrales de China, India, indígenas, con nuevas tecnologías y técnicas; aprendizajes sobre el cuerpo, la mente, el espíritu; la ciencia y el chamanismo, la biología y la energía. En su acercamiento a sus pacientes todo eso se mezclaba. Sabía que todo estaba conectado, que todo en el ser v

Mariana, 27

Una noche me llegó un mensaje de mi hija Mariana: “Te envié el primer corte de mi tesis, por si quieres verlo y comentamos”. Apagué las luces de donde está mi escritorio, y frente a mí, a pantalla completa, tuve su mundo interno en un collage animado: complejo, herido, contundente, lleno de sutilezas y voz potente, oscuro, lúcido. Sus imágenes y palabras tenían mojoneras claras en las que podía reconocer su trayecto de vida, su voz. Pero también me hizo transitar por parajes inéditos, irreconocibles, sorprendentes, en los que de alguna forma me encontré. Vi a una artista y su alma. Vi su arte con una reflexión profunda sobre los lenguajes de los que abreva y con los que transmite. El privilegio de ver una obra en esa pureza se sumó a otro: el que esa artista es mi hija. Mi hija. Y otro más: que mi hija, ese ser humano y esa artista a la que he visto crecer, me invitara a comentar. Desde que vi sus ojos abiertos al nacer, Mariana ha sido esa invitación, a veces suave y a veces exig

Ceci, 11

Para que Ceci llegara a este planeta se requirieron muchos sí. Sucesivos, aislados. Todos conscientes, abrazados, llenos de un impulso incontenible hacia adelante. Y ella parece esa suma de todos esos sí. Observa la vida a detalle, compasiva de todo lo que existe en ella. Acaricia como si el misterio del universo viniera a decirte que eres alguien significante en ese caos e inmensidad. Agradece siempre, hasta por los pequeños esfuerzos, y aquellos otros que parecen fallidos, como los gatos y letras de colores que hoy intenté pegar en la puerta de la alacena deseándole feliz cumpleaños —no tenían la belleza que ella merece ni la eficacia que la ocasión ameritaba, pero ella me dijo “sé que te esforzaste y que lo hiciste con mucho amor”. Sonríe por las mañanas, cuando se va a dormir, cuando tiene un logro o un yerro, cuando la vida parece adversa y cuando fluye simple o incluso resplandeciente, aunque esté cansada, aunque esté triste, sonríe tan fácilmente, tan luminosa, como un

La representación del cuerpo perfomático en la danza, antes, durante y después de la pandemia*

  Foto: Gerardo Castillo La danza se había instalado en ese lugar en el que exploraba la mediación con la tecnología, en el que se preguntaba el sentido del cuerpo y el dispositivo, en el que extendía sus tentáculos en la transdisiciplina y la danza expandida, en que interrumpía el movimiento continuo como un acto político y un cuestionamiento al consumo voraz de un sistema capitalista, en el que mutaba de cuerpo ejecutante a cuerpo sintiente y expresivo. Con la llegada de la pandemia y el abrupto confinamiento, todas esas reflexiones desde el cuerpo fueron expulsadas de un campo de la razón, crítica e investigación al espacio del confinamiento, la inmovilización forzada, la mediatización tecnológica como último reducto para la expresión dancística. Antes de que la danza fuera esa disciplina normada bajo los estatutos de belleza dictados por la Real Academia de la Música y Danza en 1661, tuvo vidas muy distintas: formó parte de ceremonias fúnebres, sagradas y profanas; y después de la

Los duelos de migrantes

En  Vuelo nocturno  de Antoine de Saint-Exupéry, el narrador menciona que con cada piloto que muere dentro del grupo de aviadores que vuelan para trazar las rutas aeronáuticas por la zona andina, la memoria de lo compartido también se extingue. ¿Qué sucede con la memoria que no puede compartirse? ¿Qué sucede cuando muere la última persona que compartía contigo esos recuerdos? Muere la posibilidad de recordar. Muere la memoria.  Esta premisa viene a mi mente cuando pienso en mi experiencia como migrante equiparándolo a un duelo. No solo duele alejarse del terruño; duele alejarse de quienes comparten contigo ese terruño, esa experiencia y esa memoria.  Hace once años me mudé del desierto de Sonora a la Ciudad de México, que alguna vez fue lacustre, y que está ceñida en su crecimiento monstruoso entre dos volcanes: el Iztaccíhuatl y el Popocatépetl. Cambié mi tierra yerma con veranos cercanos a los 50ºC por una zona boscosa y lluviosa.  He perdido mi desierto. Sí. Esa luz inclemente que p